El arte del tatuaje con el paso de los años ha ido evolucionado, dejando atrás esos tabúes y mitos mal vistos por la sociedad y que conllevaban la marginación o rechazo de quienes los portaban.
Hoy en día el tatuaje se ha convertido en un complemento de nosotros mismos, con ellos representas parte de ti, cómo eres, quién fuiste, lo que quieres ser, o simplemente un recuerdo que no quieres olvidar. Es una forma de modificar la estética de una persona.
Son piezas cuyo diseño representa en esencia la personalidad o gustos de quien los porta, y que han ido evolucionando hasta convertirse en verdaderas obras de arte, transformando el cuerpo en un lienzo en movimiento donde los tatuadores pueden plasmar orgullosos sus mejores piezas.
Por ello, no es de extrañar que amantes de estos dos mundos (el diseño gráfico y el tattoo) marquen sus cuerpos con diseños que en ocasiones, solo los que se dedican a ello puedan entender o valorar.
También, en estos dos ámbitos, en el fondo tan parecidos y que cada vez se unen más, se ha puesto muy de moda tatuarse obras de grandes diseñadores que han marcado nuestra vida o de los que simplemente adoras sus diseños.
Diseños en muchas ocasiones geométricos, lineales y en blanco y negro, como es el caso de Brian Steely, un diseñador estadounidense que ha visto como sus diseños han sido elegidos por muchos seguidores para mantenerlos permanentemente en su piel.
Pero esto no queda ahí, en ocasiones el poder de las marcas alcanza una nueva dimensión cuando su impacto sobre los consumidores se convierte en motivo de culto. Hay veces que esta gran devoción los transforma en fanáticos consumidores denominados ‘fanboys’, que apoyan de forma apasionada un producto, una compañía o marca. Y como muestra de esta extrema fidelidad, lucen orgullosos sobre su piel las imágenes más icónicas de estas marcas
